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Martes, 29 Diciembre 2009 11:00

El supuesto "arte" de Daniel Johnston

Escrito por  Publicado en Películas documentales recomendadas 2021-2022
The Devil and Daniel Johnston

Image via Wikipedia

He tenido la ocasión de conocer, por medio del documental "The devil and Daniel Johnston", la vida de este "artista" y sinceramente, con todos mis respetos hacia su enfermedad, su "arte" deja mucho que desear. Me es imposible calificarlo como tal.

¿Arte? ¿Qué es el arte?

Daniel Johnston es un enfermo mental que posee la capacidad artística de un niño de 7 años. Su música se expresa puerilmente a través de acordes de guitarra mal tocados y textos que, no digo que no, rayan la genialidad tan solo en algunos casos. No obstante, la mayoría de los mismos no llegan al nivel. Tiene algunos destellos de lucidez, ciertas frases pueden parecer brillantes de lo ininteligibles que son. Uno se dice a sí mismo: "¡Caramba! Hay que ser muy inteligente para escribir algo tan sencillo y a la vez tan complicado". No nos dejemos engañar por nuestra cuerda interpretación... ¿Qué es lo que diferencia a Daniel Johnston del resto de enfermos mentales?

Sinceramente, después del documental he llegado a la conclusión que absolutamente nada lo hace ser especial. NADA.

Su gran mérito es que supo estar en el lugar idóneo en el momento adecuado, como la mayoría de los "artistas" que pueblan las estanterías de los comercios. Con esta rotunda afirmación no digo que todos los artistas comercializados carezcan de arte. Como buen loco no tuvo la capacidad de discernir entre lo real y lo irreal con lo que la búsqueda de la fama a través de su arte se materializó porque creyó en la posibilidad de llegar a hacerse un lugar en el panorama artístico mundial. Y así fue. La carencia de sentido del rídiculo y la firme convicción de que su música era "buena" le llevaron a lo más alto.

¿Por qué me niego a aceptar su producto como ARTE?

Johnston's

Image via Wikipedia

Ya escribí en su día un artículo que versaba sobre el tema ("Arte en la basura", disponible en este weblog), y reafirmo mi opinión con este otro, que me sirve de ejemplo. Para mí el arte nació con la voluntad de expresar indirectamente nuestros pensamientos, sentimientos, ideas políticas o todo aquello que no podía decirse en alto por la represión de la libertad de expresión. Naturalmente ese es el arte en estado puro y que no sobrevive puesto que la "libertad" de expresión que se respira ha mermado nuestro ingenio. En cualquier caso, el arte ha ido virando hacia otros derroteros y apareció lo que llamo el "arte terapéutico". ¿Arte terapéutico? Sí, es el que nos sale a la gran mayoría de nosotros y que nos sirve para dejar aflorar sentimientos reprimidos en nuestro interior que de ningún otro modo consiguen emerger. Asistimos pues a la banalización del arte o, dicho de otro modo, el arte forma parte de nuestro inconsciente y todos somos artistas en potencia. Así pues, llego a la conclusión que el arte no es más que otro producto de la sociedad y que solamente tiene la estructura conceptual que socialmente se le ha querido dar.

Daniel Johnston Selecting a Comic

Image by bouche via Flickr

Por todos es conocido que los artistas suelen ser personas o ¿personajes? extravagantes muy a menudo calificados de "raritos" por la media de la población. Machado, por ejemplo, en plena vorágine creativa no tenía contacto con la realidad siendo su único mundo el tangible para él en aquel momento. Entonces, odio decir que este artículo es una contradicción que primero niega la genialidad de los dementes pero que después la enarbola y la reafirma. ¿No será acaso cierto que lo que ocurre en el caso de Johnston es que no logro contactar con su mundo interior y que no me transmite nada su creación?

Podría ser así y me llena de preocupación y angustia ver que no existe una respuesta definida y colimada para esta cuestión. No es una ciencia exacta y todo se resume a una opinión que se basa en una experiencia la cual, a su vez, se basa en una trayectoria experimental que la vida ha ido ofreciendo.

Pero luego se presenta el tema de las ramificaciones. Para que un artista pueda ser calificado como tal, hablo desde mi punto de vista, debe ser capaz de tener muchos ángulos de visión sobre un tema y debe ser capaz de transmitirlos sin ser repetitivo u obsesivo aún siendo nuestra existencia repetitiva y obsesiva. Digamos que la vida se resume en cuatro temas fundamentales. Es verdad, la vida no es variada. La vida en ella misma es monótona y lo que rige nuestra cotidianidad es siempre lo mismo. Cada día es igual al anterior. Podemos disfrazar el acto de la manera que queramos pero nuestro inconsciente sabe perfectamente que nos estamos autoengañando mientras el tiempo va pasando esperando nuestro fin. Hay que hacer "algo" mientras la espera se hace interminable. Nos hemos inventado conceptos tales como "el trabajo", "el ocio", "la familia", "las hipotecas", "las relaciones amorosas", "los problemas" etc. que distraen nuestra atención y nos dan una "razón para vivir". El motor de nuestra vida está basado en nuestra capacidad para inventar razones por las que vivir.



Retomando el hilo conductor del artículo, afirmo que la diferencia entre el demente y el inteligente y, por lo tanto, la locura y la genialidad estriba, pese a estar a un paso la una de la otra, en la inteligencia del ser. Y por inteligencia podríamos escribir cientos de páginas porque tampoco existe la inteligencia como tal siendo también un concepto social pero para entendernos, tomaremos el concepto en el más  de los sentidos.

The Late Great Daniel Johnston

Image by paulcalypse via Flickr

Con todo lo anterior me aventuro a afirmar que Daniel Johnston no es un ser inteligente que se ha erigido como artista sino que es un ser vulnerable al que le subieron a un pedestal cual bufón. Un ser diferente cuya creación tiene un estilo propio, un sello personal inimitable que le otorga personalidad a su obra pero, no por ello, puede llegar a ser calificado de artista. De igual modo podríamos crear un paralelismo con la lectura. Pongamos a dos personas que leen, práctica que hoy en día se está perdiendo por completo y se sobrevalora por lo que sigue. Si bien es cierto que ambos son aférrimos lectores no es lo mismo leer best-sellers que filosofía. Mientras los primeros "pasan el tiempo con un divertimento, los segundos se supone que pasan el tiempo con un divertimento que les hace pensar. PENSAR. Y creo que esa es la clave de este artículo. El arte debería hacernos pensar. El arte debería sublevar las almas aletargadas y erigir pensamientos. Edificar voluntades y espíritus libres. El arte debería servir para la creación de una conciencia social activa que más que recibir pasivamente actúa. El arte debería ser el opio del pueblo.