Uno con los años se vuelve escéptico con esto de los remakes y mucho más cuando el original con el que se atreven es un clásico de la magnitud, en este caso, del Poltergeist de Tobe Hooper.
Hay veces que realmente aportan un soplo de aire fresco a películas completamente infumables como es el caso de Las Colinas tienen Ojos.
En otros casos, le dan una nueva visión cuando menos interesante, véase Posesión Infernal.
Otras muchas, las que más quizá, que son un auténtico despropósito frente a su original, como en el caso de Pesadilla en Elm Street o esta nueva adaptación de Poltergeist.
El film de Gil Kenan no solo carece de nuevos elementos, sino que copia los antiguos sin prestarles demasiada atención y por ello terminan careciendo de interés alguno. Es más, la trama de familia feliz que llega a un nuevo hogar para empezar de cero y se encuentra con una casa llena de fantasmas, es un argumento tan trillado que es muy difícil, por no decir imposible, que pueda sorprender hoy por hoy salvo honrosas excepciones como Expediente Warren o Insidious.
Y no solo le juegan una mala pasada a nivel argumental. Sus protagonistas parecen pasar inadvertidos por todo el metraje en lugar de intentar explorar el punto donde Craig T. Nelson o Heather O’Rourke dejaron sus personajes. Sam Rockwell es capaz de dar mucho más de lo que da aquí y se nota tanto que lo único que hace es jugar en contra del film y empobrecerlo aún más si cabe.
Poltergeist no es un bodrio, no nos equivoquemos, de hecho es entretenida, pero podría funcionar mucho mejor en cualquier circuito de serie B cambiándole el título. Quizá así no se convertiría en la deshonra que es para el film de 1982.
Lo que está claro es que al contrario que la original, esta nueva versión no tendrá más partes y eso se agradece.
