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Miércoles, 18 Marzo 2015 11:22

Reseña de "Una sonrisa, por favor", de Jean Rhys, Editorial Lumen.

Escrito por  Publicado en El simple arte de leer

Portada del libro Una Sonrisa por FavorJean Rhys me sedujo hace ya más de diez años, tras encontrar su mirada azul y directa en un cajón de libros de saldo.

 

Hace poco, en casa de mis padres, echándole un vistazo a mis libros empaquetados, me encontré de nuevo con su biografía y con "Ancho mar de los sargazos", y decidí encontrar nuevos libros de Jean. Me enteré entonces de que Lumen planea editar sus novelas y algún libro de relatos en su colección Damas inglesas - lo que no deja de ser una maravillosa ironía- y compré este "Una sonrisa, por favor". Y después conseguí, en Anagrama, un ejemplar de "Los tigres son más hermosos" .

 

El que hoy nos ocupa es un libro inacabado, interrumpido por la muerte que Jean se había ganado con ahínco, cuando ya tenía más de ochenta años. De hecho, más que un libro inacabado es un libro apenas comenzado, pero en defensa de su editora, Diana Athill, diremos que no la movió el deseo de ganar dinero, sino un genuino amor a lo que Jean escribía. Y no es difícil entender por qué: decía Harold Bloom que la belleza y la extrañeza son rasgos del genio. Yo lo llamaría rareza, pues lo raro suele ser precioso, ya que no abunda. Uno advierte enseguida que hay algo en lo que escribe Jean Rhys, una magia, una cadencia, lo que sea. Es algo que nos hace ver las cosas de otro modo. Y no me refiero a excentricidad: nada de sorpresa ni de intentar dejar pasmado al lector; Jean Rhys es demasiado original para eso.

 

Siempre veo a Jean Rhys junto a Jane Bowles o Djuna Barnes - aunque confieso que yo no entendí "El bosque de la noche" tal como lo entendió Elliot, así que tendré que volver a probar- y a las tres las une una rara percepción de la realidad, algo cercano a la alucinación. Además de la mala vida o el sufrimiento psíquico, en el caso de Jean también contribuye su origen: es caribeña, de una isla del mar mágico; a un lado el gótico sureño, al otro, lo real maravilloso, o lo que es lo  mismo: a la izquierda, con 90 kilos de peso y calzón azul, Yokanathawapa - si es que se escribe así-, a la derecha, con 93 kilos y calzón blanco, Macondo. La descripción de su infancia es rica en pinceladas reveladoras, muy alejadas del tono plúmbeo de Pamuk en Estambul, sin pretender analizar nada, pues Jean nunca fue una teórica y con confesiones como la que sigue:

 

"De ahí que en cuanto me fuera posible me perdiese en el inmenso mundo de los libros y procurase borrar el mundo real, que tanto me desconcertaba. Ya entonces tenía la vaga pero profunda sensación de que siempre estaría perdida en el mundo, derrotada" ( página 60)

 

La segunda parte es apenas un esbozo pero nos muestra el hecho más duradero y determinante de la vida de Jean: su odio a Inglaterra, su amor no correspondido. Capote nos dijo una vez que el sufrimiento era un irritante que producía la perla en el artista - y el artista frustrado es el que tiene el sufrimiento pero no la perla. La perla de Jean crecería silenciosa en ese país frío, donde la gente no la entiende, la hiere con su ironía, con su indiferencia. Qué diferente es una isla de otra. Sorprende que una chiquilla tan retraída y huidiza como Rhys acabase como actriz y corista hasta descubrir que el público la aterrorizaba y sorprende que, inopinadamente, un día descubra que la amargura se puede mitigar escribiendo. Mucho tiempo después, una Jean Rhys alcohólica, olvidada, que vive de pensión en pensión, escribe en un cuaderno, que su editora también publica:

 

"Tengo que escribir. Si dejo de escribir mi vida será un rotundo fracaso. Para otros ya lo es. Pero para mí sería un rotundo fracaso. No me habría ganado la muerte" ( página 175)

 

En resumen: este es un libro que se acaba apenas comienza, segado por la muerte de su autora, pero el genio de esta es tan especial - e insisto, raro. Debe de ser la única escritora inglesa en mucho tiempo que no fue a por Jane Austen, aunque tal vez la Austen tenía un sentido del humor demasiado inglés- que hace que nos olvidemos de ello. Es un genio que nos dice lo siguiente: "el mar es muy bello, pero está lleno de tiburones y de monstruos aun peores en sus profundidades".

 

Os animo a descubrirla si no lo habéis hecho ya.


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Libros relacionados con el artículo a la venta en "casadellibro":

UNA SONRISA, POR FAVOR de RHYS, JEAN

ANCHO MAR DE LOS SARGAZOS de RHYS, JEAN

LOS TIGRES SON MAS HERMOSOS de RHYS, JEAN

EL BOSQUE DE LA NOCHE de BARNES, DJUNA y PROL. DE T.S. ELLIOT