"El Loco" es una obra del escritor libanés Gibran Khalil Gibran publicada por primera vez en el año 1918. Gibran era poeta, pintor, novelista y ensayista. Esta obra es muy corta, trata de un hombre que se consideraba loco a sí mismo y en los capítulos de la historia relata varias anécdotas.
Consta de una introducción hecha por él mismo y 34 capítulos también muy pequeños. A los 11 años emigra a Estados Unidos cuando gran parte de su familia decide ir allí en busca de nuevas oportunidades para trabajar y vivir. Antes de ese viaje, aprende de otras personas, entre ellas su abuelo materno, del conocimiento del arte y del saber universal, que utilizó como base para la literatura y la pintura.
Ya con el tiempo aprendió y cultivó con devoción el inglés, lengua que haría famosas sus novelas, aunque no olvidó el árabe, que perfeccionó tras su regreso a Líbano en 1898.
A continuación, un pequeño extracto del citado libro donde nos plantea hasta qué punto el precio de la libertad nos condiciona a que se nos considere locos a los ojos de la sociedad, aunque esta ficticia libertad que tanto nos ha costado abrazar realmente no nos vaya a salvar de nada.
Khalil Gibran-El Loco
Me preguntáis como me volví loco. Así sucedió:
Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:
-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!
Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:
-Miren! ¡Es un loco!
Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité:
-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!
Así fue que me convertí en un loco.
Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser.
Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.