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Jueves, 25 Septiembre 2014 01:11

Veneno-Veneno (1977)

Escrito por  Publicado en Discos y álbums

Corría el año 1977, cuando los hermanos Rafael y Raimundo Amador, y Kiko Veneno sacaron este disco, del mismo nombre, que no vendió mucho, pero que luego se convirtió en un disco de culto. Su música desenfrenada, sus letras muy poéticas, absurdas, y también, de verdad, surrealistas, hacen de este disco una verdadera joya que no pude dejar de comprar.

Su portada, una tableta de chocolate (de la que se fuma) con la palabra Veneno impresa. Por la fecha de su publicación podría pensarse que el disco homónimo de Veneno fue víctima de la censura post franquista o que su imagen provocó una conmoción similar a la que había causado un año antes la fotografía de una niña desnuda, en postura sugerente, que ilustraba el "Virgin Killer" de Scorpions. La realidad, sin embargo, es mucho menos ruidosa y se resume en una sola palabra: vergüenza.

"La discográfica se avergonzaba de nosotros", suele contar Kiko Veneno, responsable junto a los hermanos Amador (Raimundo y Rafael) de un trabajo que en su momento fue unánimemente ignorado o despreciado, pero que hoy goza de la consideración de obra cumbre del pop español por su pionera y abigarrada mezcla de flamenco, rock y psicodelia. La decisión de CBS de cambiar a última hora la cubierta original que mostraba una tableta de hachís con el nombre del grupo grabado con hierro incandescente hizo que ésta ingresara en el selecto catálogo de portadas malditas del rock. De paso, y gracias también al reciente encumbramiento del elepé por la crítica, convirtió las escasas copias promocionales, que se habían distribuido antes de la censura, en un preciado tesoro para coleccionista que alcanzaba precios astronómicos (200 euros) hasta hace bien poco en las subastas por Internet.

Uno de esos ejemplares, el que tienen los dueños de la tienda de música Oldies de Valencia en su archivo personal, ha permitido que el disco salga por primera vez a la venta con su envoltorio original y en formato de vinilo. La reedición de "Veneno" Veneno supone el último episodio de un disco que forma parte de la leyenda. Tanto por su influencia posterior en la música española como por su rocambolesca historia. "O es una mierda como una casa o una genialidad", barruntó un ejecutivo de CBS al escuchar por primera vez aquel sonido que fusionaba el flamenco tradicional que habían mamado los hermanos Amador con algo aparentemente incompatible como la música californiana de los setenta, que inspiraba a un entonces hippie Kiko Veneno. La impresión mayoritaria, sin embargo, fue más bien la primera, que el disco era poco menos que una aberración.

 

"Mi padre no podía escuchar aquello. Me decía: Ustedes estáis locos" nos cuenta el propio Rafael Amador en el documental "Dame Veneno" (2007). "Hicimos un disco adelantado 20 o 30 años a su tiempo, porque es ahora cuando la gente empieza a enterarse de que "Veneno" era bueno. Pero entonces todo el mundo estaba mosqueado. Hasta yo pensé: 'Si todos lo dicen, pues será verdad que el disco no vale un duro", corrobora su hermano Raimundo en el mismo largometraje. El documental del sevillano Pedro Barbadillo da buena cuenta de la efímera aventura de un grupo que sólo sacó un disco, que fue un fracaso de ventas y que se disolvió a los dos años; pero que también dejó una nueva huella imborrable al colaborar Veneno dos años más tarde en otra obra maldita y posteriormente enaltecida como "La leyenda del tiempo" La de Camarón.

Aunque con Veneno la fortuna fue más cruel si cabe, pues el grupo no vendió absolutamente nada, y muchos tildaban de colgados a los componentes del grupo, que son gente tan ilustre hoy día como Kiko Veneno, Raimundo y Rafael Amador (que contaban con 17 y 16 años entonces), Pepe Lagares o Antonio Moreno "El Tacita" (quien ya fuera batería de los míticos Smash, pioneros de la fusión Rock-Flamenco allá por los 60). Actualmente, el disco ha superado ya las 300.000 copias vendidas. Por desgracia el éxito fue póstumo, pues este genial proyecto sólo dio un único fruto debido a la nula acogida que recibió. En el momento de la separación del grupo, el disco por entonces sólo había vendido poco más de 100 discos. Así pues, el reconocimiento general para "Veneno" no ha llegado hasta la última década cuando ha sido elegido el mejor disco de rock español por varias revistas especializadas.

Casi con el mismo retraso con que llega ahora a las tiendas la versión censurada. Para su reedición, ha sido fundamental la colaboración de Oldies con el sello Vinilisssimo. La tienda valenciana ha echado mano de un fondo de armario que incluye alrededor de 50.000 vinilos y ha cedido a la filial de Munster Records su copia para el escaneado y reproducción de la portada y el folleto interior con las letras de las canciones, ya que CBS no conservaba el material original del disco. Salvo por los comentarios extra que aporta el crítico Diego A. Manrique, el disco fue relanzado tal y como había sido concebido y llevado al depósito legal hace 33 años. Sin duda es una obra desgarradora. Su impactante sonido se clava en el alma y bloquea el cerebro, porqué es un disco muy crudo, hecho por unos jóvenes alocados que empezaban a indagar en el mundo de la música y de las drogas.

Su única pretensión era la de pasarlo bien tocando por el mero placer de tocar. Aunque con ello, estaban poniendo patas arriba a toda la música española hecha hasta el momento, para estupor de los críticos de la época, sentando las bases de todo un clásico al que la música nacional actual no hace más que recurrir, pero sin acercarse demasiado. Se trata de un disco de fusión, en el que se mezclan multitud de estilos diferentes. La mayoría de los críticos hablan principalmente de que el disco es una mezcla de rock, flamenco y blues, y aunque razón no les falta; para mí uno de los estilos más marcados de todos los que se tocan es el punk, no tanto por la música en si (que no se mueve dentro de las coordenadas características del estilo), pero si sobretodo por la forma en que se concibió el disco, por sus subversivas letras y por la actitud que nos transmite.

Fue allí, en el momento en el que iba a ser registrado, cuando CBS aceptó la sugerencia de sustituir la portada para que nadie interpretara la fotografía como una apología de las drogas. No en vano, el elepé había sido grabado bajo los efectos de estupefacientes como el de la foto censurada y en cantidades industriales. La grabación es, precisamente, otra parte importante de la leyenda del disco. Tras un primer día baldío en el que resultó imposible hacer nada por el trasiego de gente con bocadillos, fiambreras, sandías y hasta medio kilo de hachís, el productor Ricardo Pachón amenazó con abandonar el proyecto. Pero no lo hizo, y al día siguiente cogió el toro por los cuernos vetando la entrada en el estudio a toda la cohorte de acompañantes de la banda. Pachón dejó su sello en el disco no sólo con la producción.

También añadió unas gotas de LSD al té que dio de beber a los músicos por la tarde antes de empezar a trabajar. "No he visto nunca mayor productividad que la del ácido lisérgico", bromea Pachón en Dame Veneno. Esa misma noche el disco estaba terminado.Un LP infinito de apenas 36 minutos. Una fiesta continua de rock, flamenco, surrealismo y alegría. "Veneno" (CBS, 1977), aun a riesgo de sonar tópico, es un antes y un después en la historia de la música española. Todo un hito que influiría directa o indirectamente el devenir de la escena. Pero, paradójicamente, un hito que pasó muy desapercibido. Quizás España no estaba preparada para tanta brutalidad punk (ese es el espíritu que desprende y se respira a lo largo de todo el álbum), ni tampoco lo estaba para el absurdo mordiente en la voz de Kiko Veneno; aunque es posible que no tuviera suficiente promoción. Rock y flamenco ya se habían acercado antes, pero no de esa manera y no con este sonido. Y de eso tiene mucha culpa Ricardo Pachón, quizás el verdadero valedor del sello Veneno.

"Veneno" no se volvería a repetir, pero Pachón estaría tras los controles en otras maravillas que no le andan muy a la zaga como el inabarcable "La Leyenda del Tiempo" (Polygram, 1979) de Camarón o "Blues de la Frontera" (Nuevos Medios, 1988) Blues de Pata Negra, el futuro proyecto de los Amador tras el fin de Veneno. Tampoco nos olvidemos que estuvo detrás de Smash y de "Nuevo Día" (CBS, 1975) de Lole y Manuel. Ya desde el fade in festivo de congas y bongos con el que empieza "Los animales" nos vamos enterando poco a poco de qué va la vaina. Los hermanos Amador, Raimundo y Rafael, conversan con sus guitarras, jugando con ellas (y con nuestros oídos). Kiko entona una especie de trabalenguas; "Me devora tu miedo devorador a ser devorado por mi miedo devorador a que te devore". Haciendo de maestro de ceremonias el cantante nos introduce en un mundo donde alegría y locura van de la mano.

Y llega el despiste para el oyente con la batería de Antonio Moreno "El Tacita" y esas guitarras de los Amador que se vuelven funkies espontáneamente. "La muchachita" es un delicioso medio tiempo entre la rumba y el funk. Kiko cuenta "la historia de una muchachita de mejillas tiernas, como galletitas" en la que no pasa nada y pasa de todo. Nadie describiría mejor un día cualquiera de una atractiva joven, con esa mezcla de ternura y lujuria (una constante en él). Tras un vivaracho "solo" a base de pito gaditano el festín se detiene y continúa. Las guitarras se vuelven delicadas por un momento en un precioso interludio y "La muchachita" se funde en "Canción antinacionalista zamorana", otra alegre rumba donde Kiko está especialmente acertado con sus palabras: sugerentes, hermosas y surreales.



Cuanta imaginación y cuanto sentido poético, amén de ganas de cachondeo con Sevilla y la Iglesia, los cantos infantiles. Era genial. ¿Y el título?. Un homenaje a Agustín García Calvo y a aquel experimento ácrata y quimérico que se llamó la Comuna Antinacionalista Zamorana, fundada a raíz del Manifiesto escrito en París entre diciembre del año 1969 y febrero del año 1970 por zamoranos represaliados por Franco. Diversión, transgresión, revolución, arte y política en íntima unión para hacer un mundo mejor, más libre y no sólo una muestra más de frivolidad, como podía parecer a simple vista. Este disco entroncaba con la generación de artistas anteriores a la guerra civil y nos situaba en el trampolín hacia la libertad, por medio de la intelectualidad contemporánea. Todo un homenaje merecido hoy, más de treinta años después de ver la luz.



Sólo era cuestión de tiempo que la patafísica y la rumba se diesen un abrazo: "Las moscas me pueden, los gatos me hieren, los niños me pintan en las paredes. Los guardias me advierten, las monjas me arrugan, me entran las ganas de mear cuando sale la luna." El rock progresivo con matices flamencos no anda muy lejos de "Indiopole", la potente canción instrumental del disco, con zapateado incluido. Veneno a diferencia del rock andaluz con tintes progresivos va por otros derroteros más callejeros y salvajes. "Me quiero asegurar que mi sombrero está bien roto y así los rayos pueden entrar en mi cabeza" dice el estribillo de "Los delincuentes", el tema más popular del disco. La alegría y la vida loca son una misma cosa aquí: "Te quiero conquistar con el suave viento, gratis y fresco, de mi abanico de cristal" De nuevo uno no sabe lo que está escuchando: rock, blues o rumba.



Kiko da un paso más hacia delante en la genial "Aparta el corazón de las mangueras". Con una letra supuestamente compuesta tras (o durante) una borrachera, se lanza de lleno hacia la escritura automática y casi el dadaismo, haciendo gala para ello de un lirismo fuera de lo común que es un encuentro afortunado detrás de otro. Kiko canta arrebatado, como un loco cósmico. Después de "San José de Arimatea", una rumbita amable con letra misteriosa ("Bajaban por el monte turbas evangelizantes que habían hallado el camino de la salvación.") Kiko adapta al castellano "No demano gran cosa", el poema de Miquel Martin i Pol para "No pido mucho", la genial canción que termina el disco en la que Martin i Pol (y ahora Kiko) juegan con sujetos y predicados como con un cubo de Rubik. En definitiva un disco único que el mismo Kiko considera insuperable y cuyo espíritu lleva persiguiendo desde entonces.

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