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Jueves, 04 Noviembre 2010 07:08

La columna de opinión: La importancia del arte...o no.

Escrito por  Publicado en Columna de Opinión de CEC
Guitare rouge, après Juan Gris

Image by Mike Licht, NotionsCapital.com via Flickr

Hoy he leído una noticia que me ha dejado algo estupefacto. Resulta que la casa Christie's, que por lo visto es un sitio donde se venden cosillas baratas de segunda mano, en la ciudad de Nueva York, ha vendido un cuadro de Juan Gris por la insignificante cifra de 18 millones de €uros...

Huelga decir de antemano, que no tengo ni puñetera idea de arte y que lo que escriba a continuación puede sonar a lo más cazurro que se haya escrito nunca sobre arte en general. Es más, si soy totalmente sincero, me sacáis del expresionismo alemán y del modernismo y voy más perdido que un hijo puta en el día del padre. No sé ir más allá de si algo me gusta o no.
Dicho esto, voy a lo que voy. Entiendo que el arte en sí mismo no tiene precio, puesto que es capaz de ahondar en lo más íntimo del ser humano, sacudirlo y conseguir que algo se te remueva dentro, para no volver jamás al estado previo a la experiencia vivida antes de contemplar una obra en concreto. Quizás por eso mismo, por esa incapacidad de darle un valor concreto al arte, me sorprende terriblemente que alguien pueda pagar una morterada tal, por algo que en sí mismo no tiene un valor monetario calculable.

Juan Gris 002

Image via Wikipedia

El arte, según lo veo desde mi ignorancia, debería ser de disfrute universal y no una forma de lujo personal o una muestra de nuestro poder adquisitivo. Sí, vale, esto suena a populismo del peor. Pero, ¿acaso las obras de los más reconocidos artistas deben estar adornando las paredes de algún millonario, impidiendo así que incluso los profanos como yo mismo, podamos disfrutar de ellas? ¿Es lógico que se paguen esas millonadas por algo que en definitiva es (o debería ser) un patrimonio de todos?
Acertadamente, habrá quien diga que el arte es un negocio más, y que como tal, es para quien pueda pagárselo. De acuerdo. Pero cuando (y esto son conjeturas mías) uno compra una obra de arte, ya que es un negocio y eso es algo que no va a cambiar, es de esperar que al menos sepa valorar qué es lo que ha adquirido y por qué lo ha adquirido. Más que nada porque luego te encuentras casos como el del amigo Roca, aquel iluminado del caso Malaya que tenía un cuadro de Miró en el baño, encima de un jacuzzi.


Realmente no sé si la persona que ha comprado el cuadro de Gris en la subasta celebrada hoy miércoles, lo ha hecho porque adora la obra de ese pintor, que está entre los tres mejores cubistas de la historia (junto al mismísimo Picasso y a un francés que no conozco, un tal Braque), o simplemente porque será el último capricho con el que fardar delante de sus amigos. Lo que sí espero es que aunque sea en la soledad de su casa, se pase las horas mirándolo como si fuese su hijo jugando en el jardín. Porque si encima de que se gasta semejante pastizal, resulta que luego queda relegado al olvido en un rincón, sería para coger los 18 millones y hacérselos tragar en monedas de 1 céntimo.

 

Painting by Juan Gris: Pierrot (1919).

Image via Wikipedia


¡¡Y ahora una de nostalgia!! Recuerdo que cuando estaba en el instituto, me dio por apuntarme a clases de arte. En el trabajo de final de curso, se nos pidió que cada uno realizase una obra de arte (en el ámbito que prefiriésemos: pintura, escultura, graffiti...) y, siempre según el criterio de la profesora que impartía la asignatura, las mejores serían expuestas en una sala del centro, para que quien quisiera pudiera contemplarlas. Yo, como joven semi-depresivo e introspectivo, tuve la ocurrencia de pintar una botella de plástico con pintura roja y clavarle cientos de alfileres. La profesora quedó maravillada con la fuerza (¿...?) y el impacto visual (¿..?bis) de mi creación y la expuso en un lugar destacado en la exposición. Resultó obtener muy buena crítica (¡qué gracia!) y todo el que la visitó, dejaba algún comentario sobre ella (no todos buenos, seamos realistas). Ahí me di cuenta de que el arte es lo más subjetivo que podría encontrar en la vida. Mientras que yo hice aquello sólo porque se me echaba el tiempo encima y no quería suspender la asignatura, otros veían fuerza e impacto visual. Me descojoné de risa por dos razones: la primera es que había aprovado el curso de arte con matrícula y la segunda que lo había hecho con una simple botella, un bote de pintura y un montón de alfileres que le robé a mi madre de su costurero. Y entonces viene la pregunta: ¿Donde acaba el arte y empieza el "cachondeo"? Me lo pregunto porque resulta que, como la definición de arte dice que es cualquier actividad o producto realizado por el hombre, con una finalidad estética y/o comunicativa, bla, bla, bla... ¿Eso significa que cualquier cosa es arte? Pues seguramente sí. Aunque como paradigma de la subjetividad, lo que para mí puede ser arte, para otro puede no serlo y viceversa.
Así que ya lo sabéis, estimados culturaencadenistas (fijaros en el homenaje a Eduardo Inda), si esta noche os estáis cagando y en lugar de tirar de la cadena, os da por recoger el mojón, rociarlo con laca para el pelo, poenrlo en una hurna de vidrio y decir que es arte, no os preocupéis por las reacciones de los demás, puesto que siempre habrá quien pague una millonada por un mierda.