Lo mejor que podemos decir de esos tres presidentes es que dejan el país hecho una porquería, sin ninguna riqueza, sin recursos y con una situación económica y laboral que no se conocía desde la creación del estado democrático. Y lo más gracioso es que ninguno irá a la cárcel por lo que perfectamente podría ser considerado un atentado contra la nación. Así hemos terminado y aún no hemos tocado el fondo del pozo.
¡Qué ilusionante!