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Domingo, 09 Agosto 2009 04:07

"El Gran Teatro del Mundo". Acto I. Schopenhauer, Calderón, Epícteto y Shakespeare, en cadena

Escrito por  Publicado en La columna de Trajano
Alabama Theatre / Alabama Theater / Birmingham

Alabama Theatre / Alabama Theater / Birmingham (Photo credit: Bahman Farzad)

El mundo es un gran teatro y todos los hombres son tan sólo actores y actrices".

WILLIAM SHAKESPEARE

Este es un tópico literario muy antiguo, que viene de los griegos y también de los latinos, el "teatro mundi", pero con actual vigencia en nuestra sociedad, que llega hasta nuestros tiempos, pudiendo haber citado también a Calderón de la Barca, o simplemente, observando el mundo en que vivimos...

A todos nos van tocando ciertos papeles en este gran teatro del mundo, según la situación de cada uno. A veces nos toca interpretar un drama, en otras una comedia, pero todos estamos obligados a actuar. Podríamos, cada uno de nosotros, preguntarnos qué sucede en el acto actual de nuestras vidas, o reflexionar sobre todas aquellas ocasiones en las que actuamos, y obtendríamos rápidas respuestas.

Pero...¿podemos escoger el papel?


 Epícteto de Frígia, filósofo grecolatino, decía que

"lo que está en nuestras manos es interpretar el papel asignado, pero la asignación del papel está en manos de alguien que no eres tú".

¿Qué somos, en muchas situaciones de la vida, sino lo que se espera de nosotros? En el mundo real, todos somos actores. Este gran teatro depende incluso del momento, de los actores que te acompañan en un momento concreto, y del público: factores según los cuales hacemos un papel u otro. No somos los mismos cuando estamos delante de la gente, que cuando estamos con los que nos importan, o cuando estamos completamente solos. Ni tan siquiera somos el mismo cuando estamos con nuestros padres, nuestra pareja o nuestros amigos (y entre estos últimos, nos comportamos según el papel asignado en cada relación).

¿Cómo es posible? ¿En qué carajo nos convertimos con el paso de los años?


 Shakespeare decía que "tenemos 7 edades. Y en cada una de ellas seguimos la pauta establecida, pues a cada edad le toca una cosa. No nos podemos escapar. Todos hemos sido niños y todos acabaremos sin dientes. Incluso cuando somos rebeldes en la adolescencia, no hacemos nada más que interpretar un papel que no hemos decidido nosotros y somos tan poco responsables de esa rebeldía como del acné que nos llena la cara".


Artículo encadenado: Schopenhauer o la utopía de la felicidad 

Theater

Theater (Photo credits: www.campgroundsigns.com)

Schopenhauer iba más lejos. "La sexualidad es una trampa de la especie para que nos reproduzcamos". ¿Y que hay del amor a los hijos? La ciencia nos descubre que estamos programados para ello...

¿Entonces? ¿Hemos decidido realmente algo por nosotros mismos? ¿Qué vida vivimos?


En el momento actual, la sociedad convive con naturalidad con diversas ficciones, fachadas y apariencias, pero siempre hay un momento que todo ser humano pensante se detiene a pensar, y observa el ridículo del papel que ha (es)cogido y está interpretando. Tal es la convivencia, que a veces cuesta saber cual es la línea que separa la realidad y la ficción.

Estos personajes que nos creamos son siempre, a la larga, fuente indudable de frustraciones e insatisfacciones varias.

¿A alguien le preocupa? Al Gobierno no. A las grandes empresas, tampoco. Entre todos, no hacemos más que apoyar y aprobar todo esto, alimentándolo a diario, con todos los grandes aparatos mediáticos y comerciales de los que disponen, sin ningùn tipo de revisión, y los mismos seres humanos, que han caído globalmente en la trampa y actúan y siguen actuando para sentirse el más guapo, el que más viaja, el más rico, el mejor en todo lo que le sea posible.

El ridículo y la pobredumbre de la especie, es pues, infinito.

Tan especiales como nos sentimos, tan únicos como creemos que somos, en realidad sólo somos actores interpetando unos papeles que no hemos decidido nosotros, sino nuestras circunstancias (traumas, família, educación, genética, y un largo etcétera) que este mundo inhumano y surrealista en el que vivimos alimenta, por la cuenta que le trae, en este grotesco gran teatro del mundo.

FIN DEL ACTO PRIMERO.