Este año 2015 se han cumplido 40 años de exilio para el pueblo saharaui. Hace ya 40 años que miles de saharauis tuvieron que abandonar su hogar, su tierra, huyendo de la invasión marroquí (la llamada marcha verde) y vieron en el inhóspito desierto su única opción de supervivencia.
Solo era una medida temporal…Sólo mientras el mundo intervenía ante la brutal represión e injusticia que vivían…De aquello, se cumplen en este año, 40 años.
Desde entonces, más de 200.000 personas viven en un campamento de refugiados situado en Tindouf (Argelia), donde cientos de haimas y precarias casas de adobe cubren la nada del desierto argelino, en el que llegan a sobrepasar los 50 grados de temperatura en los meses estivales. Su supervivencia está ligada a la ayuda humanitaria, que con la actual crisis económica, se ve reducida hasta el punto de convertirse en una emergencia humanitaria. La situación se ha agravado recientemente por las inundaciones que la semana pasada han sufrido: se han hundido cientos de viviendas, se temen posibles epidemias por desbordamientos de los pozos ciegos y las ONG’s que trabajan en la zona ya han alertado de que no hay alimentos para terminar el año, ya que las reservas son mínimas y muchas se han deteriorado por las lluvias.
En la agenda internacional, el conflicto saharaui, hace años que ha pasado a un segundo plano, por los intereses económicos que países como Francia, Estados Unidos o España mantienen en la zona ocupada por Marruecos. Por esta razón, los infructuosos intentos de desbloquear esta situación, llevadas a cabo por la ONU y otros mediadores internacionales han resultado infructuosos. Por esta razón, los saharauis son los eternos refugiados, los olvidados crónicos de un mundo, que valora sus intereses por encima de los derechos humanos.
Para España, esta región que formó parte de su territorio como una provincia más, es una moneda de cambio para sus buenas relaciones con Marruecos, con los que mantiene importantes relaciones económicas, además de intereses en fronteras, inmigración o tránsito del tráfico de estupefacientes. Sistemáticamente, el gobierno español ha traicionado las lícitas reivindicaciones del pueblo saharaui, a pesar de sus obligaciones políticas y éticas para con ellos.
Y a pesar de que no son portadas en nuestros diarios, a pesar de que no ocupan titulares en la televisión, el pueblo saharaui vive en la incertidumbre, ya no solo de saber si podrán darle un futuro a sus hij@s, si no de cubrir sus necesidades más básicas… De pensar, que tiene que pasar más, para que el mundo vuelva a fijar sus ojos en ellos, los eternos olvidados.
