Cuando George Lucas quiso vender los derechos de Star Wars e Indiana Jones, la mejor oferta provenía de China. Entonces Barack Obama dijo que Star Wars era un icono de la cultura pop, de que era importante a nivel mundial y por lo tanto no debería salir de Estados Unidos. ¿Cuál era la mejor oferta en Estados Unidos? La de Disney.

Cuando los accionistas de la Fox exigieron a Rupert Murdoch beneficios y se decidió vender la división de entretenimiento (que era enorme), dos empresas pujaron por ella. Existían serias dudas sobre si la absorción sería ilegal según las leyes estadounidenses contra los monopolios, pero entonces la Fox jugó su carta maestra: el apoyo prestado a Trump, y todos los problemas desaparecieron por ensalmo, a pesar de que entre Disney y Fox son casi el 50% de la taquilla a nivel mundial. Y eso sólo en cine. La Warner está metida en pleitos similar por las leyes anti-monopolio, y Trump dijo que mientras el fuera presidente la fusión de la Warner no se produciría.

Disney se ha convertido en un monopolio de la peor calaña, y lo mismo se deshacen de Lucifer (porque en la moral puritana de Disney un demonio ligón y guasón es anatema) como de Sutter por no ser un lamexxxxx de la empresa del tío Walt.