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Lunes, 20 Mayo 2013 17:04

Abandono o esperanza: un relato para el anónimo lector.

Escrito por  Publicado en Relatos
Aunque para mí es un perro, pero bueno. ;)

Aunque para mí es un perro, pero bueno...) (Photo credit: Wikipedia)

Estimado amigo anónimo, he leído atento y varias veces tu vivo comentario, en él he podido entrever que tus más sinceros, profundos y bellos sentimientos han sido estrujados y retorcidos violentamente hasta hacerlos exhalar en las ultimas gotas de amor que contenían. 
 
Pero amigo, no se lo tengas en cuenta a quien de esta manera te afrenta, muy al contrario, agradécele al que así te ha rechazado de la oportunidad que te brinda para que te libres de quien de ninguna manera merece tu gozo. 
 
Por esto, amigo anónimo, aunque te afecte, no te sientas de ninguna manera abandonado o decepcionado con decisiones que otros en relación a sí mismos decidan, de ninguna manera, pues al fin y al cabo hay que aceptar como realidad el hecho innegable de que en esta vida cada persona hace de su capa un sayo: para que me entiendas, que cada uno hace lo que le viene en gana. 
 
Por tanto, no te preocupes demasiado por esta causa, pues esta función de teatro que es la vida, no estará exenta para nadie de traiciones, intrigas y decepciones por doquier.
 
No te preocupes pues, sigue adelante y sobre todo sé fiel a ti mismo, creando virtud de los momentos más amargos y difíciles. Recuerda igualmente que no todo es negro u oscuro, sino que este milagro que es la vida pondrá en nuestro camino extraordinarias personas que realmente merezcan la pena. Por otro lado, entendamos que el ser humano es un pobre y transitorio ser, muy circunstancial, y por lo tanto, también muy limitado, por lo que no se puede exigir o esperar mucho de él.   
 
Todas las personas, como humanos que somos, estamos muy muy limitados, más de lo que creemos, y si miramos bien dentro nosotros mismos, en algún momento veremos trágicamente lo poquito que a menudo de nosotros se puede esperar.
 
Sí, el ser humano, ese extraño conglomerado de moléculas de hidrógeno unidas por cadenas de ácido desoxirribonucleico, que vagan por el infinito inmaterial de la eternidad, moléculas tan tristes y solitarias en la fría inmensidad, que alguien -o algo- compadecido de tan enorme tragedia un día  les concedió el don de poder hacer de su propia tragedia algo eterno, elaborando para ellos la receta de una extraña argamasa llamada amor que los uniera a tal fin. 
 
Y ocurrió que el ser humano comenzó a utilizarlo en cantidades y maneras inadecuadas, lanzando a enormes paletadas hacia los demás tan delicada sustancia, de manera absolutamente brusca e ineficaz, y ocurrió el desastre por tan mal uso, que no fue otro que, una vez lanzada y seca la argamasa, quedábanse pegados ambos sin posibilidad de moverse, a menudo atrapados ambos en situación incomoda para uno de ellos e incluso a veces para los dos.
 
Sí, el hombre se equivocó en el uso y abuso de la gran argamasa del amor, equivocando la dosis y la dirección correcta. Se requería, para su buen uso, una cantidad más suave de dicha esencia, que no fuera tan fuerte, para que ésta fraguara con cierto grado de flexibilidad y no acabara, por exceso de rigidez, resquebrajándose y rompiéndose al cabo del tiempo, una mezcla de argamasa que, para darle sustento, requería también ser mezclada con otros ingredientes que la hicieran fuerte, flexible y duradera.
 
Pero no, esta argamasa no sólo iba mal preparada, sino que al tenerla en sus manos, se erró tanto en cómo aplicarla como en la dirección en que debía ser lanzada, arrojándola a menudo bruscamente en una o varias direcciones, pero nunca en el uso correcto que requería, que era el de ir manchando suavemente y con mucho cuidado todo lo que se quisiera unir, para no quedarse así apegado en exceso cuando no se debia, o peor aún, completamente pegado a donde no se debiera.
 
Se equivocó igualmente el hombre en lo más importante: la fuente donde debía ir a encontrarla, buscándola, comprándola y gastándola de mala y equivocada manera, cuando lo único que requería el ser humano para conseguirla era dar sentido a su propia vida, un hecho que sería capaz de generar ingente cantidad de dignidad personal suficiente como para que de ésta el amor manara de forma infinita....