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Lunes, 21 Marzo 2016 10:05

Arthur Cravan, el sobrino de Oscar Wilde

Escrito por  Publicado en Polaroids

cravanLa primera notícia que tuve de la existencia de Arthur Cravan, sobrino de Oscar Wilde, fue en una nota de introducción en el catálogo de una exposición de pinturas de Oskar Zügel, pintor alemán que vivió durante años en Tossa, a donde había llegado huyendo de los nazis.

La nota venía firmada por la entonces alcaldesa de Tossa, Pilar Mundet, que creo que es licenciada en literatura o filología inglesa. En ella se hacía un repaso de todos los ilustres artistas extranjeros que nuestra hermosa villa ha tenido el placer de acoger, tales como Marc Chagall, André Masson, Georges Bataille, Georges Kar, Jean Metzinger, el mismo Zügel... y, especulaba la entonces alcaldesa, el sobrino de Oscar Wilde, el misterioso Arthur Cravan, que tal vez estuvo en Tossa en 1914-1915, como huesped de unos ingleses que abrieron el primer hostal de la villa.


Nunca había pensado que Oscar Wilde pudiera tener un sobrino, pero si Jaime Gil de Biedma puede tener una prima, supongo que tener un sobrino es de los más normal. En un primer momento, lo que me llamó la atención fue el apellido. Cravan recuerda a Caravan y da una sensación de errancia, de vagabundeo, muy sugestiva. Por supuesto, el nombre no es su nombre real. Se llamaba Fabien Avenarius Lloyd, por lo que no me extraña el cambio de nombre. Era hijo de la hermana de la mujer de Wilde, así que tío Oscar no le legó ni medio gen, pero sí el que podría ser su epitafio: " que hablen de uno, aunque sea mal". 

Su tarjeta de visita no tiene desperdicio - y más que tarjeta es un folio de visita- : Arthur cravan, industrial -marino en el pacífico - arriero - cosechador de naranjas en California - encantador de serpientes - rata de hotel - sobrino de Oscar Wilde - leñador de los bosques gigantes - ex-campeón de Francia de boxeo - nieto del Canciller de la Reina - chófer en Berlín - etc., etc., etc. (Maintenant nº 4, París, Marzo de 1914). Se dejó en ella su máscara de poeta, pues así le gustaba también presentarse, como el poeta con los cabellos más cortos del mundo.


La poesía y el boxeo - pero todavía más la provocación y la polémica- eran sus dos ocupaciones principales, tal vez porque ambos consisten en lograr algo de la manera más simple y bella posible. Su principal obra, sin embargo, fue él mismo, cumpliendo lo que Wilde opinaba de Jesús - que era un artista de sí mísmo, y que su vida era su obra más hermosa. Bloguero avant la lettre, escribió y editó los cinco números de la revista Maintenant, con la que consiguió ofender a diestro y siniestro, hasta el punto de que Apollinaire le mandó a sus padrinos. 

Huyendo de la guerra, se marchó de Francia. Reaparece en 1916, en la Plaza de Toros Monumental de Barcelona, en un combate de farsa contra el campeón de los pesados Jack Johnson del que hay diferentes versiones, todas humillantes para Cravan excepto la que él explicó sin inmutarse un año después, en Nueva York. Parece ser que llegó a tener una academia de boxeo en la calle Conde de Asalto de Barcelona. Su hipotética y tal vez espúrea estancia en Tossa estaría encuadrada entre su fuga de París y su combate de Barcelona.


Ya en América, conocería a la poeta Myna Loy, en la que engendró una hija. Cuando iba a reunirse con ella desapareció sin dejar rastro en algún lugar del Golfo de México, adelantándose así a otro poeta, Hart Crane. Tal vez se arrojó al mar porque, como Robert Graves, sabía que el título de poeta sólo se consigue con la muerte. Puedo imaginármelo en Tossa, en una tarde de agosto que ya se dirige al crepúsculo, baja por la calle del pou de la vila y deja atrás la capella dels Socors, para llegar a la plaza de España, que todavía conserva sus plátanos, y en la que destaca la fachada del Hotel Diana, que aún sigue ahí. Las calles están sin asfaltar, las casas del siglo XVIII, encaladas, parecen devolverte al siglo XVIII. Hay vecinos sentados a la puerta de sus casas, los niños juegan entre los plátanos. Gira a la izquierda y baja por la calle de las pescaderías viejas - entonces nuevas- donde se está subastando el pescado tras el día de faena. Llega a la playa: en ella hay barcas y a la sombra de las barcas mujeres, tanto jóvenes como ancianas, remendando las redes para el día siguiente. Empieza a subir la cuesta que lleva a la muralla desmoronada, a lo que los lugareños llaman, exagerando un poco, castillo. Tal vez se lía un cigarrillo mientras se sienta a mirar la sesión contínua del mar y cómo se retira la luz del cielo. En sus ojos brilla la conmovedora confianza de los futuros ahogados mientras contemplan las aguas.