Regreso a la ''ciudad del sol'', esta vez bajo un sol abrasador, y me encuentro ¿quizás algo menos de alegría? 10 días acampados en el duro asfalto y bajo un sol abrasador, son más que suficientes para dejar tocado a cualquiera, y no digo a nivel físico, ni al mental, sino al reflexivo, pues la decisión de seguir acampados una semana más es una decisión que no me atrevería afirmar rotundamente si ha sido la más acertada o no, lo que sí puedo constatar es que encuentro la ''pequeña ciudad'' un poco diferente de lo que fue la semana pasada. Asambleas constantes y más dirigidas, muy estructuradas, con propuestas muy personales y discrepancia sobre diversos temas estructurales como son el quitar los carteles de los edificios colindantes, en el que unos abogan por quitar los que puedan molestar a los pequeños comerciantes y no a los de tiendas de grandes marcas como Vodafone, o Rodilla, Multiopticas ¿no hay trabajadores en estas igualmente, y no son más que franquicias?
Propuestas y más propuestas de todo tipo, que dan una enorme sensación de incertidumbre y bastante falta de entendimiento entre algunos de los participantes, ¿y? ¿qué diferencia hay con la semana pasada? A mi parecer bastante, no sé, quizás el partido esté siendo demasiado largo y comience a ser aburrido, por lo menos de la manera en que se está jugando este los últimos días. Cuando la semana pasada explotó la revuelta, las asambleas eran mucho más libres y con una idea y sentimiento común, se escuchaba más de lo que se hablaba, y lo que se hablaba se escuchaba fundamentalmente con el corazón; había más conciencia general que particular, era algo absolutamente nuevo, el debate era otro.
Sin embargo, ahora hay demasiada estructuración, las propuestas nos suenan a cosas muy oídas, repetidas y genéricas, obviadas generalmente por su inconcreción, y se olvida un poco el espíritu mismo de la revolución, pues como toda revolución el sentido de la misma es en sí, el propio acto del levantamiento, al margen de que queramos también dictar y proponer las soluciones al respecto, pero esto es otra guerra que dependerá de muchas cosas entre otras, de los líderes que se creen, con sus opciones y con sus diferentes formas políticas. La forma política de la revolución misma, es como el que le busca sentido a la vida ¿qué sentido tiene, tiene sentido? La respuesta es que la vida misma es su propio sentido, luego aparte, el que personalmente cada uno quiera darle.
Quiero aclarar esto, porque el sentido de una revolución en principio es simplemente la misma, y las soluciones deben de venir siempre después, de una manera lenta, paulatina y reflexionada, y no al revés. La dignidad de las personas se adquiere cuando se crea conciencia de algo en general y lo grita, eso es Revolución, pero no siempre hay soluciones rápidas, sino muchas y posibles soluciones de difícil y particular concreción, sin embargo el hecho de concienciarse y ser cauto e inteligente es ya una fuerza enorme, al contrario que la incertidumbre de las miles de posibles soluciones para los miles de temas, en definitiva volvamos a la esencia de la revuelta y dejémonos de tanto hablar y de tantas propuestas, que ponen a la gente la cabeza loca y que solo pueden ser aceptadas por unos. Esta revolución necesita líderes que no hablen, sino que escuchen, que sean más filósofos que medio tecnócratas, pagémonos de dignidad y almenos seremos ricos de dignidad en una sociedad pobre de dignidad, que no es poco, y estando juntos habremos ganado, cuantas revoluciones se han perdido por olvidar exactamente eso, su propio sentido revolucionario.
